domingo, 5 de enero de 2014

Sin respuesta.

Muchas veces pienso en si realmente existe el destino, la casualidad; llamadlo como queráis. Me pregunto que hubiese pasado si no hubiese estado allí esa noche, y pienso en cómo sería mi vida ahora mismo.

Qué hubiera pasado si, en nuestra única preocupación por pasarlo bien, hubiésemos decidido entrar en otro de los mil bares de esa calle de luces que parecía no tener fin. Qué hubiera pasado si no te hubieses acercado a dónde estábamos, si no hubiese cogido tu teléfono. Si no hubieses tenido esa necesidad de empezar una vida aparte, y darme a mí la posibilidad de creer en las historias de fantasía. 

Soy incapaz de imaginarme cómo sería hoy. Porque está claro que cada una de las decisiones que tomamos en nuestra vida nos transforma en quienes somos. Y tú tomaste una decisión por los dos que me cambió de principio a fin. No te culpo, quiero pensar que todo pasa por algo. Que de aquí a un tiempo miraré hacia atrás y, de alguna manera, te agradeceré ese cambio. 

O quizá sigo como ahora, maldiciendo ese momento en que encendí el teléfono y empezamos a hablar a todas horas; creo que todo hubiese sido mucho más fácil. Quizá no tan emocionante, pero ahora me doy cuenta de que la adrenalina de vivir una aventura no es siempre lo más conveniente. 

¿Realmente me compensaron esos tres meses? Parece mi eterna pregunta a la que no consigo dar respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario