sábado, 13 de diciembre de 2014

Dando los buenos días-

Se acerca la Navidad, y yo no puedo acordarme más de ti. Recuerdo esos viajes en coche nada más salir del colegio, cargados de maletas para pasar los mejores días del invierno. Llegar y verte, sentado en el sofá, mirándome por encima de las gafas y con los brazos abiertos para el abrazo más grande.

Esperar a que llegase el resto, dar mil vueltas por toda la casa pensando que en unas horas estaría llena de gente. Recuerdo sentarme contigo en el sofá, apoyar la cabeza en tu hombro mientras hacías crucigramas, y pensar que estaba dónde debía estar. Porque esa era la sensación que tú me dabas; que contigo era mi sitio, que mientras estuviésemos juntos nada podía salir mal. 

Y de repente te fuiste, y se quedó el vacío. Y las Navidades nunca serán lo mismo, aunque lo intentamos. Y todos andamos un poco más perdidos. Cada día que me levanto pienso qué pensarás de mí ahora... ¿sabes? Hay días que te noto un poco más lejos, y me enfado con el mundo pensando que no es justo. Que hay gente que no valora nada a sus abuelos, y sin embargo yo, que no miento al decirte que eras de lo más importante, ya no te tengo. Pero me gusta pensar que eso tiene un por qué. Que te fuiste, pero esperas demasiado de mí. Que quizá estas son las primeras Navidades que no iremos a esa casa enorme, que no veremos el árbol y el Belén, que no dormiremos cuatro generaciones bajo el mismo techo, pero que serán preciosas igualmente.

Y, me conoces, aunque hoy me he levantando un poco más enfadada de lo normal porque tú no estabas, miro al Cielo, tremendamente gris y lluvioso, y te sonrío... ¡Buenos días abuelo!

viernes, 12 de diciembre de 2014

ERROR.

Porque hay batallas que sabes que están perdidas antes incluso de que empiecen. Y aún así luchamos, con todas nuestras fuerzas. No sé qué pensáis vosotros, pero para mí hace falta demasiada valentía para quedarse ahí, al pie del cañón. Porque lo más fácil, muchas veces, es recoger tus bártulos y marcharte. A donde sea. Y no podemos culpar a nadie por hacer eso. A ninguno nos gusta tener que reconocer que la cosa no nos ha salido bien. Pero por eso mismo creo que la gente que no tiene miedo a decir que no ha conseguido lo que quería, que apostó todo a doble o nada y perdió, se merece un premio mucho mayor que aquellos que sí que lo consiguen.

Por eso no puedo culparte. Pero por eso mismo también estoy muy tranquila conmigo misma. Porque los dos fuimos como una moneda que se lanza al aire, nos la jugamos a la suerte. Tú cara, yo cruz; invertimos los papeles. Decidiste que sufrir te daba demasiado miedo, y ahí fue donde dejé de reconocerte. Porque se suponía que la de la poca paciencia y las ganas de salir corriendo siempre fui yo. Y, sin embargo, me quedé. Aguanté mucho, mientras iba detrás de ti. Una de cal y otra de arena, así funcionamos demasiado tiempo. Y me convencía  a mí misma de que la gente podía cambiar, que yo podía cambiarte. ERROR. La gente no cambia, sólo aprende a comportarse de una cierta manera durante un período de tiempo. Lo tengo más claro que nunca. Por eso, cuando me di cuenta de que no quería estar ni un minuto más pisando las huellas de nadie, saqué el valor de dónde no sabía que lo tenía, y me marché. Y me costó más que nada que había hecho hasta ahora, quizá porque hasta ahora no había dado tanto por alguien. 

Pero, igual que reconozco que me cuesta horrores cerrar un capítulo, te digo que no voy a mirar atrás. Que se acabó ya esto de dar pena por tu parte, que yo no funciono así. Te di mil y una oportunidades para hacer las cosas bien, pero ahora ya no. Y me cuesta, pero debo seguir sin ti. Y no soy dura, ni mala, ni fría; simplemente intento volver a ser yo, sin ti. Espero que lo entiendas.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Si te vas no vuelvas.

"Todo llega y todo pasa."

 No sé que pensáis, pero a mí me parece una frase bastante fea. No sé quién la dijo por primera vez y quién empezó a creérsela, pero a mí no me gusta. 

Será por esa vena masoca que me sale de vez en cuando, pero no me gusta que las cosas tengan un final. Nunca me he imaginado cómo sería todo si nadie saliese de nuestras vidas, si lo bueno o malo siempre estuviese ahí. Pero tengo muy claro que no me gusta que las cosas pasen. Os digo que me cuesta asumir este tipo de cambios. 

Y aquí viene mi problema. Ya no es sólo que las cosas se acaban y yo tardo mi tiempo en reaccionar, es que imagínate mi lío mental cuando aquello que había acabado ya, con un final bastante tormentoso, de repente vuelve a aparecer. No, perdona, NO. Llámame cabezota, pero las cosas, al menos para mí, no funcionan así. Si dicen que "todo llega y todo pasa", que sea de verdad. Que luego acabo yo que ya no sé ni qué pensar, y así me va. 

Así que siento ser tan clara, pero te recuerdo que siempre valoraste mi sinceridad. Y no, te lo agradezco, pero no. Me encanta que hayas vuelto, me encanta ver que tenía razón cuando te decía que todo acaba siempre volviendo y que no iba a ser yo, pero hasta aquí. Me encanta que te arrastres, que me pidas perdón, no soy tonta. Pero eso no significa que quiero que vuelvas. Creo que me entendiste bastante bien, hablamos directamente y en tu idioma, así que no valen excusas.

Quizá va siendo ya hora de que me crea de una vez por todas que "todo pasa", así que déjame intentarlo. Y para eso, agradecería que no me preguntes cada día si estoy bien. Quizá así sería un poco más fácil.

martes, 2 de diciembre de 2014

De arte y artistas.

El amor es un arte. Eso está claro. Y hay a quién se le da bien, quién sabe crearlo y darle forma, evitando que se rompa, y aquellos otros que lo intentan pero se quedan por el camino.

Mientras pensaba esto me daba cuenta de las mil maneras que hay de querer. A cada uno nos hace feliz una cosa, y probablemente en un grupo de amigas a cada una nos gusta un "tipo de chico". No me refiero al físico, sino a la manera en que nos traten. Pero he llegado a la conclusión de que, por más caracteres diferentes, opuestos o semejantes, sólo hay una manera de querer. Y me refiero a que al final, por muchos estilos de chica y chico que haya, a todos nos hace felices lo mismo: que nos cuiden y nos demuestren que importamos a otra persona. Que se esfuercen para que "eso" salga adelante, aunque haya algún que otro desvío, bache o terremoto en el camino, que no se rindan a la primera. Queremos sentirnos importantes, que no os dé vergüenza demostrarlo delante de vuestros amigos, y que de vez en cuando os preocupéis por aquello que nos ronda por la cabeza, aunque os parezca una auténtica chorrada. Que no os agobie pensar en un período de tiempo superior a la semana que viene, ni os entren ganas de salir corriendo por escuchar la palabra "nosotros".

Y estos son los primeros ejemplos que se me ocurren cuando pienso en qué necesito ver en un chico, y esto es sólo al principio. Nadie dijo que fuera fácil, pero te aseguro que luego acaba mereciendo siempre (o casi siempre) la pena. Y si todas (o casi todas) necesitamos lo mismo será porque realmente no os estamos pidiendo nada del otro mundo. 

Puede ser cierto eso de que "los hombres vienen de Marte y las mujeres de Venus", pero como a todo se le acaba encontrando una solución, te lo aseguro.

De defectos y virtudes.

Me acuerdo de esa vez en la que me preguntaron qué era lo que me gustaba más de ti. No me acuerdo de qué contesté. Es curioso, hay veces que no tardamos ni un segundo en responder algo, mientras que pasado un tiempo eso mismo no tiene respuesta.

Ahora, sin embargo, sabría decirte mil cosas que ya no me gustan. Creo que, después de tanto tiempo, te debo, al menos, guardar cariño. Y, ¿sabes? Nunca fui de odiar a nadie. Soy de esas que piensan que hay gente que debe estar en tu vida si te aporta algo, sino, es mejor que se marchen. Y cuando se marchan duele. Eso lo sé demasiado bien. Pero también pienso que si se toma una decisión tiene que ser hasta el final. Y yo decidí quererte y apostarlo todo, y créeme, de eso no me arrepentiré nunca. Pero lo peor viene cuando con eso no te basta, cuando necesitas más. Y sé que no me entiendes, pero para algunas cosas soy bastante exigente y necesito un 101%. No sé si es justo o no, pero soy así. Supongo que también tengo derecho a ser yo misma, después de todo lo que te he dado. No puedo pedirte perdón por eso. Y no, no te creas que te he echado yo, no me hagas ser la mala. Hay decisiones que te ves obligada a tomar, aunque no quieras. No me arriesgo a decir que poner un punto y final es de lo más difícil que he hecho. Y puedes aparecer las veces que quieras, no voy a cambiar. Por más que mi subconsciente lo quiera, ahora ya no. Te dí tanto tiempo de prueba que creo que ya es hora de que mi orgullo salga a flote.

Tu orgullo. Esa sería de las primeras cosas de ti que no me gustan. No he tardado ni un segundo en pensar mi respuesta... Ojalá dentro de un tiempo pueda responder igual de rápido para sacar tu mayor virtud.