lunes, 12 de octubre de 2015

A ti, sí, a ti.

Hola, hoy te escribo a ti. Si, te parecerá raro, pero llevaba tanto tiempo sin pensarte que después de esta última vez necesitaba escribirte. Si, esta será esa carta que nunca vas a leer.
 
Es curioso como el paso del tiempo te hace ver las cosas con otra perspectiva. Ha pasado un mes, sí, sólo treinta días, aunque me dé la sensación de mucho más. En este tiempo me he acordado de ti, para que negarlo, pero no miento si te digo que eso no me pone triste. Tú, que querías ser el de las primeras veces, debes saber que eres el primero con quien estoy convencida de que tenía que acabar. Yo no era tu chica, y tú distabas mucho de ser la persona a la que yo me abriese para empezar algo.
 
Se me hace raro, ¿sabes? Verte y que no quiera hablarte, o saber de ti, que no me levante al día siguiente con ganas de escribirte un mensaje. Es una de esas veces en que no sientes NADA. Ni para bien, ni para mal. Los demás pueden pensar que es bueno, que es "normal". Pero ambos sabemos que es triste; después de haber estado días y días con la ilusión haciéndose cada vez un poco más grande, y que ahora eso se haya esfumado. Así; de golpe, te veo y no siento nada. Automático, dos besos, el "qué tal" de rigor, me giro y sigo bebiendo de mi copa. Fumamos, hablamos, y reconozco esa sonrisa por la que hace poco tiempo yo hubiese hecho cualquier cosa. Pero como si fuese un espejismo, o las copas de más que por una vez hicieron el efecto contrario, vuelvo a darme cuenta de que tu vida ya no forma parte de la mía, me giro y entro de nuevo en el bar.
 
Cada uno a lo suyo. Completos desconocidos. Jugamos a ver quién se ignora mejor, y es que la ignorancia es la mejor manera de hacer caso (o eso dicen).

jueves, 17 de septiembre de 2015

Primera vez (Parte I)

Esas veces en que acaba. Otra vez. Y por más que piensas y piensas no caes en ese momento en que todo empezó a ir (tan) mal. Porque vale, sí, no iba sobre ruedas. Teníamos nuestros más y nuestros menos, pero creo que eran más "mases" que menos, porque si no uno de los dos lo hubiese dejado antes.

Pero no. Tú, cobarde, decidiste que desaparecer era lo más fácil. Y cuando más tarde se abrió la caja de Pandora, me di cuenta de que no quería creerlo. Tu actuación en sí me daba exactamente igual. Lo triste fue tu actitud. Es irónico, tú que presumías de ir de frente.. Ahora ya es curioso, pero parece que ha sido hace mucho tiempo. Como si el hecho de pegármela tan de repente, me ha hecho reaccionar y cambiar el chip demasiado rápido. Créeme si te digo que tampoco estoy orgullosa de ser así, pero no voy a pedirte perdón por saber curarme y no llorarte el tiempo suficiente.

Por primera vez reconozco que no te deseo ningún mal. Tampoco que te vaya bien, ni enterarme, no. Simplemente me das igual. Cuando tú mismo sepas el por qué de tu comportamiento sabes donde estoy. Hasta entonces, no sé nada que decirte. Y me resulta raro, cuando hasta hace nada eras con quién esperaba llegar a algo. Pero tú, que siempre fuiste imprevisible, lo has logrado. No te has atado, ni me has dejado con las ganas de hacerlo.

También te debo un gracias. Sí, es curioso, pero debo agradecerte algo. Contigo he descubierto que hay historias que es mejor que acaben, sin dejarte un sabor amargo al despedirte. Debía de ser así, y esto he sido capaz de verlo en el mismo instante en que estaba acabando. Así que gracias. Por darnos un verano así. Porque contigo me he conocido mejor, y he visto que una vez más, planear mucho no sirve de nada. Cuando se tenga que acabar será porque es lo mejor, y porque ese no es para ti.
 
Y una vez que has llegado a esta conclusión, creo que poco más se puede añadir.

martes, 15 de septiembre de 2015

Una noche de verano.

Dos besos en la puerta de un bar. Me pillas de celebración, y no soy consciente de que en ese momento va a cambiar mi verano. Al día siguiente, después de nosecuántashoras hablando, llego a la conclusión de que me caes bien. Me convencen de que lo intente, que "no pierdo nada". Casi cuatro meses más tarde me río de ese momento; objetivamente no he perdido nada, puesto que nunca hubo "nada". Permíteme que lo ponga entre comillas; es cierto que nunca hablamos de  lo que éramos o dejábamos de ser, pero creo que precisamente por eso es mucho peor en el momento en que se acaba. Porque, ¿qué se está acabando?
 
Odio los nombres las etiquetas, y cualquier otra palabra que intente reducir a algo convencional lo que no puede explicarse. Nunca quise eso, creía que no lo necesitaba, pero el problema es que, ahora, a la hora de la verdad, no puedo reclamarte nada. Y eso es lo que me preocupa..  porque "oficialmente" no me has hecho nada, pero yo me siento completamente engañada. ¿Desaparecer así sin más, como si las últimas semanas de tu vida no hubiesen valido una mierda? NO, NO y NO.
 
Recuerdo cada plan de noche, las reuniones de cuatro donde no me acababa de acostumbrar a ese "grupo" que para mí era completamente nuevo. Cada conversación de fiesta, con mensajes que nos delataban a las siete de la mañana. ¿Dónde quedó eso? No me refiero a recuperar lo que tuvimos, creo que eso es lo bonito (o debería ser) de las historias de verano. Que te permiten abrirte de una manera diferente, aprovechar cada día sabiendo que "esto quizá no tiene ningún futuro" pero "oye, que me quiten lo bailao". Que hacen que los días de sol sean todavía mas calurosos, y las vueltas a tu ciudad no sean tan deprimentes. Que te hacen descubrir que pensar mucho está bien a veces, pero que dejándose llevar llegas a sitios donde nunca antes te hubieses imaginado. Porque sí, porque este verano tú y nuestra historia habéis hecho que me conozca mejor. Sé lo que quiero, o al menos lo que no quiero, y a quién en mi vida.
 
No me equivoco al decirte que esto no ha acabado aquí, asi que nos vemos en los bares. 

lunes, 31 de agosto de 2015

Rectificaciones de última hora.

NOTA MENTAL: NOS GUSTA QUE NOS SORPRENDAN.

Me ha costado escribir esta frase, no voy a mentiros. Porque no sé hasta qué punto puedo hablar en plural, y no me refiero a que a todos nos gustan las sorpresas, porque me parece bastante obvio, sino más bien a ese tipo de personas que somos de extremos completamente. Que si antes estábamos acostumbrados a A) y de repente llega B), que no te lo esperabas ni por asomo pero resulta ser todo lo contrario a lo que tenías, vas y te lanzas.

¿Esto es bueno? A veces pienso que sí. No responder  a ningún tipo de patrón es divertido, ¿no? A mi me  gusta que me sorprendan, me gusta la gente completamente distinta a lo que buscas, que sólo por ver un mínimo detalle inesperado te dé por pensar "venga, vamos a seguir con esto, a ver a dónde va". Mis amigas se ríen y me dicen que cuando llegará una historia "normal", y a mí me entra la risa, porque tienen toda la razón del mundo. Dicho así puede parecer lo mejor, pero tiene su parte mala, y es bastante grande. En primer lugar, porque es lo menos importante, es malo de cara a los demás. No exagero cuando digo que desde hace un tiempo me importa absolutamente NADA lo que los demás piensen de mí, no soy de perder el tiempo pensando eso porque sé que la gente se aburre demasiado. Me interesa la opinión de los que quiero y me conocen bien (que cada vez son menos), punto. Y en segundo lugar, porque las sorpresas pueden ser malas. Y ¡ay amigo! ¿Qué pasa cuando descubrimos algo que ni por asomo nos esperábamos? Ese es uno de esos momentos en que te arrepientes de gritar al mundo que quieres algo nuevo a lo de antes.
 
Y es que siempre pasa; aquello que en un principio te sorprende para bien, de eso que cada día te preguntas cómo lo has hecho para tener tanta suerte, siempre, SIEMPRE, acaba sorprendiéndote para mal. Y te quedas ahí, plantada, con cara de imbécil, y maldiciendo no haber sido más lista y haberlo visto venir. Porque sí, porque me gusta la gente que desconcierta, pero no la bipolaridad. Esos que, de la noche a la mañana, hacen que te preguntes en qué momento les viste algo. Esos ni en pintura, que ya has visto bastante.
 
NOTA MENTAL: NOS GUSTA QUE NOS SORPRENDAN PARA BIEN.

VIVIR.

Qué bonito es vivir. VIVIR, con letra grande. Porque coincidiréis conmigo en que esto es algo que no todo el mundo puede. Porque hay algunos que simplemente se dedican a pasearse de un sitio a otro, llenos de inseguridades, de miedos y de preguntar por qués al futuro (siempre sin respuesta, claro).

Y es que no sé qué día decidí dejar de pensar. Miro hacia atrás y no recuerdo en qué momento me convencí que dejarse llevar era la manera más bonita de disfrutar de la vida. Y, no os creáis, tengo días en que me preguntó todo tipo de por qués, cómos y cuándos (sin respuesta, claro). Los tengo, y sólo me apetece enfadarme con el mundo porque sí, porque me da la gana. Y también hay días en que me maldigo a mi misma por dejarme llevar tanto, por no querer pensar y recibirlo luego todo de golpe.

Pero (aunque ahora mismo no soy capaz), creo que ser así tiene más parte buena que mala. Porque no se puede querer saber  las respuestas de todo, adelantarse al futuro con planes absurdos, darle mil vueltas a las cosas planteándonos mil y una opciones imposibles. ¿De qué te sirve? No nos engañemos, saber las respuestas está muy bien, cuando la respuesta es la que nosotros queremos oír. Sino (yo al menos) estamos todavía mas amargados que antes.

Así que hoy a mi misma me digo: VIVE. Sigue dejándote llevar. Piensa lo justo para saber dónde quieres estar mañana, no más. Disfruta de cada momento como si no fuese a volver nunca, porque cada instante que pierdes pensando en un por qué (del que, siento ser pesimista, no tendrás tu ansiada respuesta "correcta") es otro que podrías aprovechar en ilusionarte por algo que sí que tienes y a día de hoy te hace feliz.

¿Mañana? Levántate y repítete lo mismo: VIVE.

domingo, 7 de junio de 2015

"Eres mi golpe de suerte". Eso me dijiste el primer día, todavía me acuerdo.

"Que no se diga. Que nadie pueda decirnos ese "ya te lo dije" que hace que nos piten los oídos. Que si se intenta, que sea con todas las consecuencias. Porque las mejores cosas son las que vienen sin instrucciones, las que se basan en un "confía y déjate llevar" continuo, hasta que la luz se apaga. Y si se apaga, pues encenderemos las velas, que para eso llevan guardadas en ese cajón tanto tiempo. Esperando a sacarlas en el momento necesario. Que no, que no se diga que no lo intentamos. Que a ti y a mí, a imaginación no nos gana nadie. Que hay algunos que están juntos cada día, y no son capaces de aprovecharse como tú y yo ni la mitad de las veces. Que las distancias no son nada cuando se tienen ganas. Que en mediodía puedes recorrerte medio mundo; levantarte en París, comer en Barcelona y tomar una copa en una terraza disfrutando de la noche en Madrid. Que si se quiere, se puede, y tú eres mi mejor ejemplo. Que a veces hace falta dártela quince veces, para sonreír a la décimo sexta. Que tener que volver a casa antes sólo para oírte cinco minutos compensa la última copa, e incluso la penúltima. Que llega el verano, y con él empieza nuestro momento.
 
Que no se diga. Que apostar nunca fue mi habilidad, pero en ocasiones sólo se trata de cerrar los ojos, cruzar los dedos y seguir tu intuición. Esa que te haga reír al ver el móvil, cantar en la ducha, coger fuerzas para seguir un día más. Porque mientras dure será eterno."
 
Para vosotros, que incluso con el viento de frente, seguís hacia delante. Por aquellos que no se rinden. Por los que se encuentran y deciden no soltarse.

miércoles, 22 de abril de 2015

Cartas que nunca llegarás a leer.

Podría contarte mil y una versiones de esa historia. Pero ¿sabes?, hace ya tanto tiempo que casi ni lo recuerdo. Bueno, tanto, tanto tiempo no hace, sólo que en mi cabeza parece que fue hace siglos. Y es que miro hacia atrás y  sonrío sorprendiéndome de cómo y cuánto somos capaces de cambiar. Podría decirte que te estuve llorando demasiado tiempo, que hay días que me levanto echándote de menos y que estoy deseando que llegue ese día en que nos volvamos a ver.
 
Podría decírtelo, sí, pero no estaría siendo del todo sincera. Porque te lloré demasiado tiempo, pero sólo por la rabia de no haberme sabido apartarme a tiempo. Y, sí, hay días que me levanto echándote de menos, pero en cuanto me meto en la ducha me doy cuenta de que no eres tú a quién quiero, sino a alguien nuevo que ocupe tu hueco. O quizá es esa versión de mí misma que yo era contigo a quién echo de menos, esto todavía no lo tengo muy claro. Y por supuesto estoy deseando volver a verte, pero para que veas cómo he cambiado.
 
Me gustaría poder decirte que te intenté sustituir varias veces. A día de hoy no sé si con o sin éxito, pero aquí estoy. Y cada día me doy cuenta de que ya tengo un poquito más claro (sólo un poquito) de a quién quiero en mi vida y a quién no. Que ya ves, de cada historia puede haber mil y un fines, y quizá el nuestro no fue el mejor. Pero pasado este tiempo te lo agradezco. Sin ti no hubiese pasado todo esto, y no sería quién soy ahora. Que te quiero, pero lejos.