sábado, 18 de enero de 2014

Non ti capisco.

En shock. Sin saber qué pensar, si creerte o no, maldiciendo mi suerte de encontrarme siempre a este tipo de personajes. Sí, lo siento; no puedo llamarte de otra manera.

Porque cuando miré el móvil me pareció imposible que te atrevieses a escribirme. No, ya sé que tú "eres muy guay", que eres de esos tipos que arrasan por donde pasan, llevándose todo por delante. Será que yo no soy así, por eso esa mañana me paralicé. Porque me parece cruel que aparecieras así, de repente, y tan de buen rollo. A ver cómo te lo digo... Desde el momento en que empezaste a mentirme en la cara, es decir, desde ese mismo 27-08-2013 perdiste el derecho a quedar como amigos. Alucino con tu caradura, y me da pena. Sí, en estos días me he dado cuenta de que, después de todo, después de verlo con otros ojos pasados dos meses, me das pena. No sé que te debió pasar en otra vida para tener esa necesidad de mentir. Que sí, que todos hemos mentido alguna vez (o muchas, que tiene que haber de todo), pero ¿llegar a ese punto?

No te entiendo. Siempre supe que eras complicado, que la normalidad no va contigo, quizá por esto último pensaba que nos parecíamos tanto. Pero ya me he dado cuenta de que ahí te quedas; tú con tus mentiras. Porque podías haberlo dejado todo en ese domingo, no volver a saber de mí, seguir con tu antigua vida y olvidarte que existo. Pero aparecer después de tanto tiempo, y con esa historia bajo el brazo, es de mala persona. Sí, con todas las letras, me pareces cruel. Y no hacía mí, sino porque no se puede mentir sobre cosas tan graves. Miente sobre tu novia, olvídate que existe si quieres, pero no intentes quedar como amigos, dándome pena y mintiendo sobre la persona que, probablemente, más te quiere en el mundo. Allá tú y tus problemas, te aseguro que con esto me has quitado todas las ganas que tenía de saber qué era de ti. Porque me cuesta (más de lo que te imaginas) pensar que nunca volveré a verte, que de aquí a diez años cada uno tendremos nuestra vida, que nuestros caminos jamás volverán a cruzarse. Te dije una vez que la sensación de que alguien tan lejos sabe tanto de mí me asusta, pero sé que no puedo hacer nada. Hay gente complicada en el mundo; y luego estás tú, caso aparte. Sólo te digo que espero que cambies, que te quites de encima todas esas historias de la cabeza, que vivas tu vida y dejes vivir en paz a los demás.

 Tú con un "Todavía sigo pensando en ti, te echo de menos", yo con "Que te vaya bien en el trabajo"; así fue nuestra despedida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario