jueves, 30 de enero de 2014

Todo llega.

Supongo que llega un momento en la vida en que te das cuenta. 

Entiendes que no todo son las mariposas en el estómago o la aventura al no saber qué pasará mañana; ser feliz es mucho más. Que con 17 o 18 todas hemos querido eso, incluso a algunas nos ha durado bastante, pero llegará esa etapa en la que valorarás  un mínimo detalle, o el hecho de sí saber que al día siguiente estarás en el mismo punto. Porque la incertidumbre puede hacerte subir a lo más alto, pero la caída duele, te lo digo por experiencia. Porque ahora sé que cuando alguien lo tiene claro no se anda con tonterías; si le gustas te lo hará ver, y eso es así. Adiós a los juegos, las persecuciones y las indirectas, cuando te pase verás que al final todo esto no sirve de nada. Te traerá muchos quebraderos de cabeza, te hará perder el tiempo descifrando cada gesto o una simple frase, para acabar llegando al mismo punto. 

Olvida el tira y afloja, si quieres algo demuéstralo. Aunque luego te vaya mal, la sensación de no jugar por una vez te hará sentir totalmente libre.

sábado, 25 de enero de 2014

Bipolar.

No saber nada y creer que lo sabes todo, eso es lo que me pasa a mí. Que te quiero para mí y a veces te quiero lejos, todo seguido y sin saber el por qué. Que a veces me cansas, que no puedo tenerte al lado ni un minuto más, que tu voz me retumba en la cabeza con tus preguntas constantes. Sin embargo, hay días que no te veo y te echo terriblemente de menos.

Que nunca me había pasado, pero ahora veo que la bipolaridad existe. Que sólo me imagino el momento en que te vayas y se me hace un nudo en el estómago. Que de alguna manera te necesito, por más que mi amor-odio hacia ti me resulte imposible muchas veces.

Que no tengo ni idea de qué va a pasar con nosotros, pero a día de hoy tampoco me importa. Eres una de esas personas que llegan en un mal momento de tu vida, y lo siento por eso. No sé lo qué quiero, ni me gusta cambiar tanto de opinión. Pero me has pillado en un momento de desastre total; un huracán pasó hace poco tiempo, arrastrando todo a su paso. Y aquí tienes el resultado: no sé qué es lo que quiero, ni qué es lo que pienso. 

Quiero volver a ser la de siempre, que me conozcas tal y como soy realmente. Es curioso, nunca pensé que te diría esto, pero no quiero que me quieras, me conformo con que sepas cómo soy. Sin embargo, por mi parte sé que nunca llegaré a entenderte del todo, pero no te preocupes; eso lo acepté hace tiempo. Con que cuentes conmigo tal y como hasta ahora creo que me basta.

Todo quedó dicho.

Ya está. Se acabó, ahora sí que sí. Y alucino contigo, no sabes cuánto. Porque creo que tienes un problema demasiado grave, y por esa parte agradezco que no te vuelvas a cruzar en mi camino. Pero sabes cómo soy, y por otro lado tengo una sensación rara. No entiendo en qué momento tuve interés en conocerte, cómo pude llegar a quererte sin saber nada sobre ti. Y ahora me doy cuenta de todo lo que me has contado, todo lo que creo que sé de ti, y sin embargo ahora solo sé que no sé nada. No sé qué ha sido verdad y qué no, y eso es lo único que no quiero perdonarte. Porque cuantas más explicaciones me das, más me doy cuenta de que necesitas algún tipo de ayuda. Porque no es posible una persona con tanta capacidad de inventarse cosas, de darle vueltas a cualquier tema tanto como tú lo haces. 

Sólo me da rabia pensar en las noches sin dormir, las horas perdidas por tus celos absurdos (Es gracioso, yo nunca desconfié de nada tuyo, y mira el resultado) y todas las explicaciones que debía darte sólo para salir de casa. Y, ¿Sabes qué te digo? Que he aprendido mucho, más de lo que te puedes imaginar. Contigo he visto que no puedes fiarte de nadie, que nunca es bueno abrirse tan deprisa. Que pensar bien de todo el mundo nunca es posible, y que la distancia te ciega. Sí; yo nunca quise pensar mal de ti, estaba totalmente cegada por tu absorbente carácter. Por más que me hubiesen contado la historia que yo luego descubrí, sé que no les hubiese creído.

Así que aquí estamos; por fin te dije todo lo que pensaba, por fin me he quedado tranquila. Ahora la verdad que me da igual lo que hagas con tu vida; a quién mientas y a quién embauques con tus historias. He cerrado el libro, y desde aquí te deseo lo mejor. Sí, puedo decirlo ya. Indiferencia absoluta hacia ese chico que conocí este verano, de quién esperé tanto, y que ha resultado un completo desconocido. Me das tan igual que no me importa si eres feliz o no, sólo quiero hacer mi vida y recordarte como mi anécdota, mi historia surrealista que consigue hacerme sentir ridícula a la vez que sacarme una sonrisa. 

Ciao bello,e buona fortuna nella vita.

miércoles, 22 de enero de 2014

Preguntas varias.

Hoy estábamos comentando, en uno de esos ratos entre estudio y estudio, cuando ya sientes que no puede entrarte ni una letra más en la cabeza, si realmente los chicos y las chicas somos tan diferentes. Consultorio sentimental: dos chicos&dos chicas. Si os digo la verdad, siempre que hablamos de estas cosas llego a la conclusión de que no hay unas reglas básicas. Que hay chicos que son casi peores que nosotras, y otros tan simples que resultan demasiado complicados de entender.

Y yo me sigo preguntando por qué esto es así; por qué existen tantísimas diferencias entre unos y otros, por qué somos nosotras las que normalmente nos decepcionamos, ellos los que salen corriendo.  Odio generalizar pero lo digo porque en un 99% siempre somos nosotras las que nos comemos la cabeza. ¿Y ellos? ¿En qué piensan? ¿Realmente se paran un minuto para ver qué quieren? Y, ¿se darán cuenta de todo lo que nos esforzamos nosotras? 

Siempre me hace gracia pensar que ellos no se imaginan nunca nada; cuando algo ocurre, cuando por fin parece que la cosa empieza a funcionar, todo lo que eso lleva detrás; todas las conversaciones día tras día con tus amigas, imaginando mil situaciones, viendo las ventajas e inconvenientes de tirarte a la piscina o no y pidiendo mil opiniones distintas. Si ellos supieran...

Me hace gracia, pero luego pienso en todas las preguntas que nos dejan ellos sin resolver y creo que muchas veces preferiría ser así, sin pensar en nada ni complicarse la vida; simplemente dejándose llevar y a ver qué pasa.

lunes, 20 de enero de 2014

C.

Creo que no tengo una palabra para describirte. Simplemente eres tú. 

Porque algunos dicen que hacemos la "mejor pareja de mejores amigas que se puede hacer" y a mí se me sale la sonrisa de la cara. Porque creo que tienen razón. Porque nos entendemos con una mirada muchas veces, porque aunque nos parezca mentira las dos somos capaces de estar horas hablando, encadenando un tema tras otro, unirlo al estudio y continuar al día siguiente como si no nos hubiésemos visto en meses. Porque somos muy distintas; tú pareces una experta en la mayoría de los temas, yo soy la que está preguntando todo el rato. Porque nos hemos entretenido con las mismas historias, y no hace falta decir quién ha estado ahí con cada desilusión. Porque poco a poco te he ido conociendo, y ahora creo que puedo decir que queda poca gente como tú; aunque nos pongamos nerviosas mutuamente, sé que no aguantaría más de cinco minutos sin hablarte. Porque nos complementamos a la perfección, y porque cada día tengo que agradecerte algo nuevo, aunque no te guste. Te dije hace tiempo que eras uno de mis motivos para sonreír, y lo sigo pensando.

Porque estos dos días te he echado mucho de menos, y aquí tienes el resultado.

domingo, 19 de enero de 2014

Divagando a medianoche.

Supongo que al final del día lo vemos todo mucho más negro. No sé quién fue el primero que dijo que por la noche no hay que pensar en nada agobiante; las preocupaciones deberían sacarse de la cabeza a las ocho de la tarde/nueve como máximo. Ojalá fuese tan fácil, ¿verdad?

Pues aquí estoy; es de noche y lo veo todo probablemente mucho peor de lo que es realmente. Perdóname, ya sé que tú no piensas en esto ni la mitad de lo que lo hago yo, que tú vives muy cómodo dejándote llevar. No me malinterpretes; soy la primera defensora en eso de "no pienses mucho, simplemente vive", pero hoy no es el caso. Y voy a explicártelo, a ver si soy capaz. Te dije ayer que no me gusta la gente que no tiene las cosas claras, que cambian de opinión o de sentimiento hacia alguien cada dos días. Tú me dijiste un simple "Yo soy así y me odio por serlo, pero ¡qué le vamos a hacer!" A ver espera. ¿Qué frase esa esa? Vale, sé que no sabías que yo estaba pensando en nosotros, pero me da igual. No me puedo creer que no sepas qué quieres. Y sé que me vas a decir que hace varios días me dijiste lo que pensabas; pero siento decirte que tengo desde hace mucho pensada la respuesta. Porque me parece terriblemente absurdo que pienses que podemos ser los mejores amigos del mundo, porque sabes que jamás podríamos hablar de otras personas; una cosa es bromear sobre que "he encontrado al amor de mi vida", y otra decirte de verdad que hay otra persona. Imagínalo por un momento, ¿estarías cómodo? Sé perfectamente que no, y lo mismo me pasaría a mí. Y por otro lado creo que te contradices, porque si realmente no quisieses nada no actuarías así, como estos días. Porque esa continua antención, esa tontería que tenemos no es de amigos. Esos celos que te entran tampoco son de amigo, por más que me digas que te suele pasar. Porque no me conoces desde hace tanto como para que te moleste si otro me habla. Por lo tanto sólo te digo que, aunque quizá sea esta noche, que es domingo de estudio y sólo me apetece tirarme por la ventana, creo que por más que crees que lo sabes todo, estás hecho un tremendo lío. Que, o tu concepto de amistad es tremendamente extraño, o te engañaste a ti mismo cuando intentaste ser sincero conmigo. Porque no soy la más experta en psicología masculina, pero hasta ahí llego. Y tengo que decirte que no, que tú y yo amigos no somos. Nos llevamos increíblemente bien, nos podemos contar lo que quieras, hacer jornadas eternas de estudio y divagar sobre todas las cuestiones filosóficas del mundo, pero no. Para bien o para mal hubo "algo" que nos impide tener una amistad en el sentido estricto de la palabra. 

Así que desde aquí sólo te digo que, cuando pase esta época de dormir cinco horas al día y emborracharnos a base de café, te pares a pensar en esto. Que no quiero nada del otro mundo, pero odio las medias tintas, y esto no puede ser más que eso. Así que si realmente eres tan de blanco o negro como dices, demuéstralo, que lo peor que puede pasar es que esto se enfríe y nos echemos de menos. Y como todo en esta vida, acabará pasando.

Opened 24 hours.

Y de repente es así. De repente ocurre que el amor se acaba. Se va apagando poco a poco, sin que nos demos cuenta,y cuando una mañana nos levantamos vemos que la distancia entre los dos es cada vez mayor, que seguimos aquí por pura rutina; por miedo a qué será lo siguiente que nos espera si continuamos por separado. Y, ¿sabes qué creo? Que no tienes por qué conformarte. Siempre me han enseñado que todos podemos aspirar a más, llegar a lo más alto, ser las personas más felices del mundo. Eres muy joven, tienes toda la vida por delante; ya te tocarán etapas de pasarlo mal, ahora se trata de disfrutar.

Entiendo que hacerse a la idea te va a costar; fíjate, a mí eso no me ha pasado de la misma manera, pero puedo imaginarme que no es nada fácil. Pero ¿Sabes qué te digo? Que muchas veces estas cosas no vienen nada mal, te sirven para conocerte más a ti misma, empezar algo nuevo con la gente que tienes a tu lado. Sí, pensarás que al principio es una mierda, que nada volverá a ser igual. Te entiendo. En serio, conmigo olvídate de las frases hechas, la autocompasión y lo de tirarnos en el sofá y llorar mientras vemos pelis. Me tienes para todo, te lo dije hace mucho y aquí seguimos; pero nada de pasarlo mal. En cuanto acabe mi "enclaustramiento" haré lo que quieras, lo que necesites para volver a ser tú.

Y otra vez llegará el día en que ni te acuerdes de pasarlo mal, porque estarás demasiado entretenida pasándolo bien. Y todo esto conmigo a tu lado, que no se te olvide.

Maneras de tener.

Me hace gracia cómo hay gente que llega de repente y decide quedarse. O quizás eres tú la que decides que se quede en tu vida, a toda costa. Da igual dónde, cómo o por qué; hay veces que sabes que sin ella todo sería diferente.

A mí me ha pasado eso contigo. No tengo ni idea de cómo quiero tenerte; en eso tú y yo nos parecemos, vamos cambiando de opinión cada dos días aproximadamente. Hay veces que pienso que tú y yo sólo podemos ser de una manera, de nuestra manera, tal y como estábamos hasta hace nada. Pero sin embargo otros días veo que no puedo poner una etiqueta a lo que somos; simplemente van pasando los días y cada vez voy conociéndote un poco más, poco a poco te vas abriendo y tengo que reconocer que me gusta que sea conmigo. Nunca me ha gustado tener que poner un nombre concreto a cada situación o etapa de nuestra vida. ¿Para qué? Os aseguro que eso no sirve de nada. Porque hay cosas que con palabras no se pueden explicar, que por más que trates de decirlo sabes que nadie más que tú lo entiende. A mí no me importa en absoluto no poder "ponernos un nombre", qué quieres que te diga. Porque ni un extremo ni el otro; no somos amigos literalmente; ni nos conocemos de hace tanto, ni nos unen tantísimas cosas. Tampoco, por más que me gustaría muchas veces, nos encontramos en el lado opuesto, tú decidiste liarte la cabeza y, a raíz de eso, yo empecé a ver que no sabía cómo quería tenerte.

Y al final llego a la conclusión de que no me importa seguir así; un día queriendo algo y al siguiente todo lo contrario. Te tengo de alguna manera, y sé que mientras estés aquí tú no quieres que eso cambie; ya te encargaste de aclarármelo. No te preocupes, por ahora hoy te prometo no irme a ningún sitio. ¿Mañana? Eso no puedo asegurártelo...

sábado, 18 de enero de 2014

Non ti capisco.

En shock. Sin saber qué pensar, si creerte o no, maldiciendo mi suerte de encontrarme siempre a este tipo de personajes. Sí, lo siento; no puedo llamarte de otra manera.

Porque cuando miré el móvil me pareció imposible que te atrevieses a escribirme. No, ya sé que tú "eres muy guay", que eres de esos tipos que arrasan por donde pasan, llevándose todo por delante. Será que yo no soy así, por eso esa mañana me paralicé. Porque me parece cruel que aparecieras así, de repente, y tan de buen rollo. A ver cómo te lo digo... Desde el momento en que empezaste a mentirme en la cara, es decir, desde ese mismo 27-08-2013 perdiste el derecho a quedar como amigos. Alucino con tu caradura, y me da pena. Sí, en estos días me he dado cuenta de que, después de todo, después de verlo con otros ojos pasados dos meses, me das pena. No sé que te debió pasar en otra vida para tener esa necesidad de mentir. Que sí, que todos hemos mentido alguna vez (o muchas, que tiene que haber de todo), pero ¿llegar a ese punto?

No te entiendo. Siempre supe que eras complicado, que la normalidad no va contigo, quizá por esto último pensaba que nos parecíamos tanto. Pero ya me he dado cuenta de que ahí te quedas; tú con tus mentiras. Porque podías haberlo dejado todo en ese domingo, no volver a saber de mí, seguir con tu antigua vida y olvidarte que existo. Pero aparecer después de tanto tiempo, y con esa historia bajo el brazo, es de mala persona. Sí, con todas las letras, me pareces cruel. Y no hacía mí, sino porque no se puede mentir sobre cosas tan graves. Miente sobre tu novia, olvídate que existe si quieres, pero no intentes quedar como amigos, dándome pena y mintiendo sobre la persona que, probablemente, más te quiere en el mundo. Allá tú y tus problemas, te aseguro que con esto me has quitado todas las ganas que tenía de saber qué era de ti. Porque me cuesta (más de lo que te imaginas) pensar que nunca volveré a verte, que de aquí a diez años cada uno tendremos nuestra vida, que nuestros caminos jamás volverán a cruzarse. Te dije una vez que la sensación de que alguien tan lejos sabe tanto de mí me asusta, pero sé que no puedo hacer nada. Hay gente complicada en el mundo; y luego estás tú, caso aparte. Sólo te digo que espero que cambies, que te quites de encima todas esas historias de la cabeza, que vivas tu vida y dejes vivir en paz a los demás.

 Tú con un "Todavía sigo pensando en ti, te echo de menos", yo con "Que te vaya bien en el trabajo"; así fue nuestra despedida.

martes, 14 de enero de 2014

Prepárate.

Que me entra la risa. Que si me lo dicen hace un mes ni hubiese escuchado acabar la frase, que me habría dado la vuelta e ido a otra parte. Yo, ¿borde? Creo que puedes preguntar a cualquiera que me conoce bien, que incluso te diría que más de una vez me han dicho lo pesada que resulto cuando quiero.

¿Sabes qué creo? Que puedo ser la persona mas cariñosa del mundo cuando no siento más que, precisamente, cariño (valga la redundancia) por quien tengo a mi lado. Pero cuando hay algo más me encierro en mí misma, o quizá es timidez, pero no me sale. Si me conocieras sabrías que cuánto más dura o fría me vuelvo más me has enganchado,"amigo" mío. Creo que muchas veces me paso de transparente; no te asustes, no soy de las que dan un giro de 180º de un día para otro. No me van los cambios de humor, los malos rollos ni las discusiones a voz en grito. Odio la incertidumbre, las medias tintas; ya te dije que el gris sólo para la ropa, en  la vida soy más de blanco o negro. Y cuando alguien me interesa, en ese momento en que decido que "vas a ser tú", no hay marcha atrás. Soy muy cabezota, qué le vamos a hacer.  Pero es entonces cuando mi carácter cambia un poco, y entonces tú me llamas borde. Entiéndeme; por algo eres especial, por eso te trato distinto al resto. Pero te aseguro que lo último que quiero es que te lleves una impresión equivocada por eso. Quizá es porque no hablamos el mismo idioma muchas veces, quizá porque ya sabes que las mujeres vamos un paso por delante (aunque te cueste reconocerlo), por eso no me entiendes. Pero no te preocupes, te aseguro que no voy a volver a escuchar la palabra borde.

A partir de ahora prepárate, te aviso, porque te vas a hartar antes de lo que crees de "mi yo habitual". Y el que avisa no es traidor.

Demasiado ¿bien?

Y, ¿ahora qué? ¿Qué se supone que es esto? Cuanto más lo pienso más me doy cuenta de que menos sé. Porque podría analizar una y mil veces cada gesto o conversación de estos últimos días, y aún así, creo que no llegaría a ninguna conclusión que se acercase un poco a la realidad.

Porque sé que no sirve de nada pensar mucho las cosas, pero creo que tenías razón; por primera vez creo que ser tan simple me está trayendo mil quebraderos de cabeza. Porque quizá es muy pronto, quizá tú estás más liado que yo; pero te aseguro que lo único que me gustaría saber es si crees que, en algún momento, podremos ser los de antes. Porque quizá los tíos no os dáis cuenta de estas cosas, pero yo sé que yo no soy la de siempre. Y me gustaría serlo ¿eh? No te creas... Pero quizá es esa normalidad y tanto buen humor por tu parte lo que hace que me bloquee. Tendría que ser al revés, dado que fuiste tú el que cambió todo. Pero no sé qué me pasa, ni sé lo que quiero. Sé que se me nota que me caes demasiado bien, pero a ratos me enfado conmigo misma por no estar como estábamos antes; porque necesito saber si vamos a seguir así ya siempre. Que creo que no tendría mucho problema, no te creas que eres tan importante, sólo es que te dije una vez que me cuesta mucho acostumbrarme a los cambios, y aquí lo tienes. Tú te acercas, y a mí me sale quitarme; o no soy capaz de sonreírte tanto como hacía antes. 

Te pido perdón, pero también te pido que me entiendas. No puedo mentirte, y sólo quiero que algún día dejes de pensar tanto; que simplemente quieras volver a recordar cómo estábamos. Del resto me ocupo yo.

lunes, 13 de enero de 2014

Vivir.

Nunca me ha gustado la sensación de que otros esperen de ti cosas grandes. Hay gente que nacimos para vivir el día a día, y con eso nos contentamos. Yo de pequeñita aspiraba a llegar a lo más alto; me imaginaba que algún día tendría todo el poder del mundo, ganaría mucho dinero, una casa enorme con vistas al mar y viajaría siempre que quisiese. Sueños.

Ahora sin embargo creo que soy todo lo contrario. No digo que mi plan de vida de cuando tenía quince años ya no me llame la atención, no soy tonta. Simplemente creo que, conforme vas creciendo, algunos cambiamos la manera de ver el futuro. Conozco a gente a la que su faceta profesional le compensa todo el esfuerzo del mundo, y la respeto muchísimo. A veces me encantaría ser como ellos. Pero luego me doy cuenta de que, en algún momento sin darme cuenta, yo cambié. Y pasé de querer tener la cuenta llena de ceros a simplemente VIVIR. No tengo ni idea de qué quiero hacer con mi vida, a dónde quiero encaminarla. Sé que es una decisión importante, pero quizá precisamente por eso no me veo capaz ahora de tomarla. Me gusta pensar que puedo dirigirme hacia donde yo quiera, que el resto pueden aconsejarte pero quién decide eres tú.

Me gustaría poder ver aunque sólo fuese un instante, donde voy a estar de aquí a cinco, diez o quince años; pero también sé que en eso está la emoción. No penséis mucho las cosas, sinceramente creo que así es la manera más fácil de ser feliz. Aprovecha cada oportunidad y disfruta viendo a dónde te lleva la vida, probablemente te sorprendas.

domingo, 12 de enero de 2014

Fiebre de sábado noche.

Cuando me he levantado hoy lo primero que he pensado ha sido que ojalá  hubiese pasado ya. Bueno eso y un "tierra,trágame" que ha hecho que salir de la cama costase bastante más. Porque ahora lo pienso y creo que nunca ha sido más cierto eso de que "lo que ocurre por las noches es imposible que ocurra de día", de verdad lo digo.

Porque hasta ayer estaba nerviosísima pensando en si sería capaz de tener una conversación normal contigo, pero conforme se fue acercando la noche tú empezaste a hablarme como siempre, parecía que no había pasado nada, que volvíamos a Diciembre. Y no voy a mentir, te lo agradezco. Todo volvía a ser de la forma más natural posible, era impensable ser antipática porque tú estabas con tu tono de siempre. Hasta me dijiste de vernos, y no me lo esperaba en absoluto. Dado que los dos sabíamos que esa noche iba a ser raro el reencuentro, ninguno preguntó por el plan del otro. 

Y, tal y como había dicho, conforme se iba acercando la hora, empecé casi a temblar, y no exagero. Pero la noche confunde, y el alcohol hizo su efecto. Sin buscarlo, nos vimos discutiendo por primera vez. Primera vez y por teléfono, ¿puede ser peor?Empezó por mi culpa, fue la primera vez que te llamé y estabas molesto. En ese momento no lo entendía, me daba muchísima rabia la situación, pero eso es lo malo de estas "nuevas tecnologías": una vez que lo has escrito, la otra persona lo lee al segundo. Olvídate de segundas oportunidades; lo escrito escrito está. Y ahora me imagino cómo debiste quedarte al leerlo, porque yo hubiese puesto la misma cara que tú. Y me fui a casa pensando en qué maldito momento todo se había vuelto a torcer tanto.. Porque tú lo habías fastidiado todo, a mí me tocó aguantarme. Luego vinieron tus tremendos quebraderos de cabeza, y ahí ya me perdí del todo. No sé si te diste cuenta o no, si sólo lo hiciste por aburrimiento, o si ya te has aclarado algo; pero luego hiciste que volviésemos a ser los de siempre. 

En la cuerda floja; eso hubiese dicho si alguien me preguntase cómo estábamos. Y en ese momento en que lo único que podíamos hacer era intentar que nada estropease esa normalidad, voy yo y la monto. Sí, llámame de todo; porque no tenía por qué haberme puesto así. Quizá aparentemente podía, pero entre nosotros sé que no venía a cuento. 

Cuando me he levantado hoy he pensado que hasta aquí habíamos llegado. Cuando dos horas más tarde he visto que tú ya lo habías olvidado me he dado cuenta de que sí que se puede. Nos conocemos desde hace relativamente poco, pero me da la sensación a veces de que es mucho más. Porque ahora puedo decir que, mientras estés aquí, no me imagino sin saber de ti, porque cuánto más te conozco más me enganchas. No sé hacia dónde, y cada día parece que quiero una cosa distinta pero, hoy por hoy, aquí seguimos.

sábado, 11 de enero de 2014

Hasta medianoche.

Hoy es el día. Me he levantado con un sabor agridulce por la incertidumbre de no saber qué puede pasar. Porque ambos sabemos que, en el caso de que coincidamos en el que ya podemos decir que es nuestro bar, todo puede salir muy bien o tremendamente mal. No quiero ser aguafiestas pero algo me dice que no debería emocionarme tanto. Sí, me imagino tu cara si escuchases esto pero, ¿sabes qué pasa? Que hace ya tiempo me di cuenta de que las cosas rara vez salen siempre bien. Y algo me dice que ya te tuve el tiempo suficiente.

A la vez te digo que, conforme se vaya acercando la hora de poder coincidir, me pondré nerviosa, tendré ganas de escribirte y me volveré loca pensando cómo voy a saludarte. Tengo miedo, porque no quiero perderte; pero ya te dije una vez que hay personas a las que sólo quieres ver de una forma, y lo siento, pero tú entras en ese grupo. Te quiero tener como te tenía hasta ahora; nunca me gustaron los cambios, y menos si es para bajar de posición. Sé que todo esto es por mí, que tú no buscas alejarte; pero no soy de esas que se conforman con las nuevas situaciones; y hay algo ahí que me dice que siendo amigos lo pasaría peor que poniendo tierra entre nosotros. Y amigo mío, creo que ya es hora de pensar un poco en lo que puede hacerme menos daño.

Quizá luego me río leyendo esto, quizá esta noche todo sale mucho mejor de lo que me espero ahora mismo. Pero es esa incertidumbre lo que me hace querer quitarte hoy de mi cabeza, al menos déjame no pensar en ti hasta que llegue la medianoche, déjame disfrutar del día por si acaso su final no es lo que a mí me gustaría. Hoy es el día así que, después de tres semanas puedo decirte "Luego nos vemos".

viernes, 10 de enero de 2014

Piezas de puzzle.

Días interminables, meses aburridísimos, una vida sin sentido. Porque el amor es una droga, y todo drogadicto cree que no puede sobrevivir sin la sustancia a la que está enganchado. El "desamor" abrasa. Sobretodo al principio, sobretodo si tienes 20 años.  Y así, cuando eres joven, crees que esa persona es irremplazable, que no hay otro ser en el mundo tan maravillosos ni tan atractivo. Que nunca podrás encontrar a otro igual.

Luego pasan los años, las parejas, las historias fulminantes, los desencantos. Se te va poblando la memoria de recuerdos cada vez más apagados y aprendes a relativizar tus sentimientos: sabes, por ejemplo, que el amor que estás perdiendo no es el único, y que tal vez ni siquiera es amor. Pero, aún así tenemos que reconocer que el "desamor" escuece. 

Y así, esperas esa llamada telefónica que nunca llega, y puedes pasarte semanas pegada al móvil, que no va a ocurrir. Esperas la palabra justa que el otro no pronuncia y te desesperas. Esperas un milagro final; que él se comporte de una manera distinta, o lo que es lo mismo, que sea otro.

Creo que ahí está el fallo: pretender cambiar al otro huele a fracaso, incluso antes de empezar. Cuánto antes asumas que nadie suele cambiar a nadie, antes dejarás de buscar ese algo que nunca llega. Porque no se trata de ponernos pesimistas; esto lo llevo escuchando muchísimo, y quizá hasta ahora no me había dado cuenta. Se trata de encontrar a alguien que congenie contigo como dos piezas de puzzle encajan sin esfuerzo alguno; no sirve de nada pegar algo con el pegamento más resistente del mundo, no se puede obligar a ser quien no es. Puede cambiar algo por ti, dejar a un lado esa manía que consigue sacarte de quicio, pero no puede fingir continuamente.

Por eso, creo que sólo es cuestión de esperar; tendrás cien historias, mil encuentros de una noche, o doscientas semanas de ensueño; que si nada de eso funciona, al final acabará llegando, y sabrás que por fin es ese. Y entonces olvidarás ese "desamor" de años atrás, lo verás en otros, y podrás decirles que al final llega; pero que todo lo bueno se hace esperar.

jueves, 9 de enero de 2014

Maldito/bendito Whatsapp.

Hoy me he levantado, y me ha costado más de lo normal abrir los ojos. Pero, como cada día, lo primero que he hecho ha sido ver si tú ya estabas en pie. Sonrío al ver que se te han pegado las sábanas o, menos probable, que hoy no quieras saludarme. Me voy directo a la ducha, un café rápido, y mientras cojo las llaves del coche veo que tengo dos mensajes. Abro el primero y contesto deseándote el mejor día posible, mientras que el segundo se queda sin abrir, la discusión de anoche hace que tenga menos ganas hoy de hablar contigo.

Y de camino al trabajo pienso en qué momento lo nuestro llegó a importarme tan poco, en qué momento sentí la necesidad de buscar en otros sitios lo que contigo había perdido. Porque está claro que hubo un momento en que para mí eras la única, y la simple idea de pensar en otra me parecía imposible. Pero no soy capaz de recordarlo, sólo sé que en parte cada día me arrepiento. Porque no te creas que no te quiero; te quiero y te quise, y quiero seguirte queriendo. Pero soy un tipo frío, y a veces ni me planteo cómo te sentirías tú si llegases a enterarte.

Aparco el coche, y empieza el día. Durante la mañana, alguien más consigue sacarme una sonrisa,y pienso en qué difícil es la vida a veces. O qué difícil la convertimos nosotros. Porque estoy metido en un juego del que nadie va a quedar impune, y todo por esa maldita noche; y lo peor es que no fue la primera vez que falté a mi compromiso contigo. Y mientras recojo el uniforme y vuelvo a casa me odio por no ser valiente, por liarme a mí mismo y a los demás. Pensar en esto hace que me enfade, así que cojo el teléfono y te despido pronto, que tengo mucho sueño y necesito descansar. Hora y media más tarde consigo sacarme el problema de la cabeza, y me distraes tú y tus historias, que ahora mismo parecen un grano de arena en comparación con lo que tengo yo encima. Te digo que te echo de menos, y creo que no miento; me acuerdo y pienso en ti, aunque evito decirte que no eres la única, que alguien me robó el corazón hace ya tiempo, y que soy un cobarde pero sabes que en la comodidad se vive muy bien. De ahí al gimnasio, te mando un vídeo para que te rías un rato y me dices que estás ocupada, que luego hablamos. Perfecto, así no tengo que inventarme una excusa, porque yo también tengo que hacer cosas. Me ducho por segunda vez, me visto y voy camino al centro. De repente la veo ahí en el semáforo esperándome, y me prometo que será el último día que vivirá tan engañada. Se me pasa el tiempo rápido, y llega la hora de cenar. Miro el móvil y veo que me has escrito, ahora ya puedo hablarte. Y las horas se pasan volando, y casi sin darme cuenta llega la hora de meterme en la cama, y yo sigo hablando contigo; de todo en general y de nada en particular. Te pido que me esperes diez minutos, y mientras tanto llamo para desearle las buenas noches. Creo que voy a volverme loco, pero tengo que reconocer que fingir tanto a ratos me divierte; puedo ser quién quiero, decir lo que me apetece, que nadie nunca va a llegar a darse cuenta. Cuelgo y vuelvo contigo; y te digo que quiero que pase el tiempo rápido, que quiero volver a verte; y en parte no miento aunque sé que es muy improbable que eso vuelva a pasar; que en la balanza acabará ganando la estabilidad del día a día, que la aventura me da un respeto tremendo. Mientras me despido me doy cuenta de que no te lo mereces, y creo que si llegas a descubrirme nunca me perdonarás haberte metido en esto.

Me duermo pensando que ojalá mañana sea tan valiente como para no hablarte más, para ser sincero con ella y contigo, asumir que a dos bandas nunca acabas ganando. Y mientras lo pienso se me cierran los ojos... Mañana será otro día.

The sky is the limit.

La gente habla de poner un límite. De saber hasta dónde eres capaz de llegar, hasta dónde puedes llegar a darte, hasta dónde eres capaz de soportar el dolor. Y escuchando estas cosas realmente pienso, ¿Eres capaz de controlarte tanto, de conocerte tanto? Si la respuesta es sí, tengo que reconocer que me sorprendes.

Porque entiendo que decirlo suena muy bien, que a todos nos gusta hacer que somos tipos duros, que podemos controlar nuestros sentimientos, que no nos atamos emocionalmente con nadie, que nadie es lo suficientemente importante como para pasarlo mal por él. Dicho así parece que poder evitar el dolor es la cosa más sencilla del mundo, y últimamente se escucha mucho. Pero sinceramente, no entiendo la moda de hoy en día de hacerse el racional. Porque puedo entender que en la vida la razón tiene su papel, que no podemos ir por ahí sin pensar en las consecuencias de nuestros actos; pero esto me parece ya bastante. Espero que quede alguien como yo, que me niego absolutamente a adoptar esa postura. 

Porque todavía no llego a entender las ventajas de no darte al 200%, de equivocarte una y mil veces, de mirar al pasado y sonreír por haber madurado tanto. Y quizá me equivoco, pero creo que si no quieres volverte loco, no puedes controlarte al vivir. Los límites en la vida no existen, sólo están aquellos que nos hemos impuesto como excusa para evitar caernos, para evitar hacer el ridículo cuando los demás tenían razón. Y ¿sabes qué pienso? Que esto es lo tremendamente ridículo. Que todavía no he visto qué hay de malo en que otros vean que eres humano, que te equivocas. Que es mucho más bonito vivir sin pensar en el daño que pueden hacernos, esa es la única forma de vivir de verdad. Que la oportunidad pasa una vez, y por pensar tanto quizá no eres capaz de verla.

Así que realmente espero que, como todo son rachas, todo esto de controlar lo que das y te dan se pase pronto. Mientras tanto sé que quedamos unos pocos que nos negamos a pensar mucho. Que preferimos andar por la vida sin mirar las ventajas y los inconvenientes y arrepentirnos, porque creemos que sólo así aprenderemos de verdad. Que preferimos abrirnos, aún con miedo a que nos hagan daño, pero sólo así sentir algo, aunque sólo sea por un instante.

miércoles, 8 de enero de 2014

Un ratito más.

Es curioso, a veces me sorprendo a mí misma pensando en cómo hubiese sido todo si las cosas hubieran funcionado. Si tú hubieras sido claro conmigo desde el principio, si yo me hubiese arriesgado a dejar aquello que tenía por intentarlo contigo. Y en ocasiones pienso que quizá fui demasiado cobarde, me dejé arrastrar por el camino fácil, e intenté jugar a dos bandas.

Es curioso, yo que pensé que nunca conseguirías hacerme daño, y ahora mírame; estoy enganchada a ti y tu sonrisa. A esos ratos de banco y café, de cigarro y copa mirándote por la ventana, a esas conversaciones casi inexistentes. No soy consciente de en qué maldito momento mi cabeza decidió que quería no dejar de pensar en ti, pero pagaría todo el oro del mundo por dar marcha atrás. No, no me arrepiento de haberte seguido hasta el fin del mundo, pero reconozco que este juego no ha acabado en empate; porque a mí todavía me tiemblan las piernas al verte.

Es curioso, me pregunto si alguna vez dejaré de pensar en ti. Y, ¿sabes qué creo? Que la teoría la tengo muy bien aprendida, pero en la práctica prefiero tenerte en mi cabeza un ratito más. Que siempre fui muy niña, y los juegos me enganchan, aunque sepa que te estoy dejando ganar. Y a ratos me harto de ti y de mí, de nuestras idas y venidas, de explicaciones inexistentes y miradas que lo dicen todo. Que son ya dos años en los que tu nombre se me escapa casi en todas las conversaciones con mis amigas, dos años de visitas sólo para sentarme y observarte.

¿Qué quieres que le haga? Tienes un imán difícil de explicar al resto. Que quizá ahora ni puedo ni quiero, pero que llegará un día en que pasar por esa calle no suponga mariposas en el estómago, ni hablar de ti hará que se me escape una sonrisa. Que llegará un día en que conseguiré superarte.

Is it too late to apologise?

Creo que te debo una disculpa. Quizá no en el sentido literal de la palabra; pero no fui del todo sincera, y eso en mí es raro. Pero siempre me han dicho que hay información que debe ocultarse, y eso es lo que yo hice contigo ¿Cómo iba a decirte que te escribí para olvidar a otra persona? No me atreví. ¿Cómo iba a decirte que nunca pensé que me fueses a caer tan bien, que llegaría a no poder echarte nada en cara? No era capaz.

Quizá algunos piensan que tú no te has portado del todo bien, pero comparándote conmigo creo que ganas por goleada. Porque tú no sabes lo que quieres, pero yo sí sabía lo que quería. Y aún así intenté obviarlo. Ahora me doy cuenta de que tampoco quiero cerrar tu puerta, pero también creo que, a día de hoy, no puedo dar tanto como quizá tú llegaste a pensar. No sé qué quiero, pero te aseguro que volverte loco con mis idas y venidas no está entre mis propósitos del nuevo año. Quiero quedar y ver cómo sigues, quizá has cambiado o te veo de otra manera. O quizá sigues tan genial como siempre y entonces sólo conseguirías liarme más de lo que estoy ahora.

Es curioso, mira que hay gente que sabe lo que quiere, ¿eh? Y vamos nosotros y coincidimos... Intento darle vueltas una y otra vez, y sólo llego a la conclusión de que no tengo nada en contra de ti; me gusta tu sinceridad, aunque a veces duela. Me gusta tu simpleza al reconocer que estás hecho un lío, y tu caradura al pedirme que espere en la incertidumbre, que ya veremos. 

Me gustaría odiarte ahora mismo; al menos tendría algo más claro que ahora. Sé que a día de hoy nos toca esperar; creo que es mejor que el tiempo decida. Parece que no, pero tenemos medio año por delante, y eso son muchos días para dejarse llevar.



 

martes, 7 de enero de 2014

¿Quién me lo iba a decir a mí?

De principio a fin, de los pies a la cabeza. Sin buscarlo en absoluto, más bien todo lo contrario. Ahí ves que las cosas de la vida son tremendamente inesperadas. ¿Quién me lo iba a decir a mí? Me cambiaste hasta en el más mínimo detalle. Desde ti parece que necesito un refugio al que acudir cada noche, que sin tus palabras de consuelo los días se hacen más duros. Las discusiones en tres idiomas, las fotos de playas que parecían un paraíso, o las notas de voz medio en broma/medio en serio; en tres meses me acostumbré demasiado a tener algo que nunca fue mío.

Y ahí es donde realmente dueles, tú y nuestra historia. ¿Nunca te tuve? Llámame incrédula, pero alguien me dijo una vez que mi intuición no suele fallar, y algo me dice que no me mentías. Sí en la forma, no en el contenido. Porque quiero creer que no estás tan loco, que si tu fueses feliz ese hueco no tendría que haberlo llenado yo.

Y creo adivinar el final. Aunque ahora me cueste creerlo, imagino que algo en tu conciencia te dijo que no lo estabas haciendo bien, que no era justo. Y tiraste por la vía fácil. No te juzgo; me duele el orgullo y la herida es mucho más grande de lo que me imaginaba, pero no sé que hubiese hecho yo en tu lugar, así que prefiero no pronunciarme. Sólo me duele haberte encontrado, saber que alguien arrasó de un plumazo con mi yo de siempre, y me ha cambiado a esto que soy ahora. Me toca reconstruirme, y eso sé que tengo que hacerlo sin ayuda; que llegará la mañana que me levante y no necesite mirar tu fotografía. Pero para eso hace falta decisión, y a ratos creo que me falta.

Ahora ya no me apetece seguir hablándote de mí, espero no volver a tener que hacerlo. O si pienso en ti que nunca llegues a enterarte; es lo que te falta a ti y a ese gran ego que yo misma te ayudé a construir.

domingo, 5 de enero de 2014

En stand by.

No quiero pensar en cómo será cuando volvamos a vernos, si tendremos ese momento incómodo de dos besos/un abrazo o será cómo si nos hubiéramos visto ayer. No quiero pensarlo, porque en parte me agobio. 

Me agobio porque me cuesta hacerme a la idea de que volveré a esa incertidumbre, que todo será forzado al principio, que ninguno sabremos cómo actuar. Porque tú y yo sabemos que como amigos no funcionaríamos por más que lo intentásemos; no quiero ser antipática, pero escuchar tus nuevas ilusiones o tus comeduras de cabeza me parece un imposible. 

Hay gente a la que sólo puedes ver de una manera, y aunque siempre he dicho que no puedo recriminarte nada, prefiero no enterarme si vuelves a tener una ilusión. En todo caso quiero ilusionarme yo primero, y que así no me duela el orgullo.

¿Ves? Ya estoy otra vez adelantando acontecimientos. Ni tú, ni yo, ni nadie puede decir qué es lo que pasará entre nosotros. Que quiero poner de mi parte para que no desaparezcas de mi vida, llegaste en un momento en el que necesitaba un colchón, y sin quererlo te convertiste en mi clavo ardiendo. Poco a poco eso ha ido cambiando, hasta este stand by. No sé si debo llamarlo así, pero creo que me aventuro mucho si digo que todo ha acabado. Porque me conozco, y creo que a ti un poco también.

Así que dejémonos de elucubraciones; que pase lo que tenga que pasar. Tiempo al tiempo, y ahora lo digo de verdad. Curar las heridas que siguen todavía abiertas; creo que ahora es lo más adecuado. Sé que me entiendes, y por eso mismo no puedo tener nada en tu contra, porque me pongo en tu situación y creo que yo estaría igual que tú.

Me caes bien, qué quieres que te diga. Preferiría odiarte, desearte lo peor del mundo, pero estaría fingiendo. Así que sólo puede decir que, de una manera u otra, me aseguraré de que no desaparezcas.

Sin respuesta.

Muchas veces pienso en si realmente existe el destino, la casualidad; llamadlo como queráis. Me pregunto que hubiese pasado si no hubiese estado allí esa noche, y pienso en cómo sería mi vida ahora mismo.

Qué hubiera pasado si, en nuestra única preocupación por pasarlo bien, hubiésemos decidido entrar en otro de los mil bares de esa calle de luces que parecía no tener fin. Qué hubiera pasado si no te hubieses acercado a dónde estábamos, si no hubiese cogido tu teléfono. Si no hubieses tenido esa necesidad de empezar una vida aparte, y darme a mí la posibilidad de creer en las historias de fantasía. 

Soy incapaz de imaginarme cómo sería hoy. Porque está claro que cada una de las decisiones que tomamos en nuestra vida nos transforma en quienes somos. Y tú tomaste una decisión por los dos que me cambió de principio a fin. No te culpo, quiero pensar que todo pasa por algo. Que de aquí a un tiempo miraré hacia atrás y, de alguna manera, te agradeceré ese cambio. 

O quizá sigo como ahora, maldiciendo ese momento en que encendí el teléfono y empezamos a hablar a todas horas; creo que todo hubiese sido mucho más fácil. Quizá no tan emocionante, pero ahora me doy cuenta de que la adrenalina de vivir una aventura no es siempre lo más conveniente. 

¿Realmente me compensaron esos tres meses? Parece mi eterna pregunta a la que no consigo dar respuesta.

sábado, 4 de enero de 2014

Dueles.

Sé que hace un tiempo te escribí diciendo que una de las peores cosas que me habías hecho era dejarme sin respuesta para tantísimas preguntas. Siempre fui muy curiosa, y en el poco tiempo que pasamos "juntos" creo que te diste cuenta. Ya no dueles tanto, sólo duele tu recuerdo. Duele saber que me tomaste por tonta y me engañaste como a una imbécil, y nunca entenderé el por qué. Duele saber que eres capaz de mentir tanto, y por más que pienso no encuentro un motivo. Duele saber que hay gente tan mala que necesita vivir una doble vida, y luego salir corriendo sin dar explicación. 

Pero más allá de todo eso creo que estoy llegando al punto en que veo que no puedes seguir doliendo. Quiero hablar de ti y no sentir nada; asumir que fuiste una historia tremendamente surrealista que espero que jamás se repita; porque tú no te das cuenta pero fuiste capaz de hacer mucho daño, y sin ningún motivo. Quiero que no seas capaz de cambiar mi ilusión de continuar; desgraciadamente no serás el único personaje que busque llevar una vida aparte de su realidad, pero también sé que sólo es cuestión de ser mas inteligente de lo que he sido hasta ahora. Porque sí; tú me engañaste, pero yo me dejé de principio a fin, no me quito mi parte de culpa. Pero quizá sea porque me niego a pensar que siempre hay que vivir desconfiando o sin poder olvidar el daño que pueden llegar a hacerte. Contigo tuve mala suerte, y no puedes llegar a imaginarte lo que me cuesta pensar que todo esto a ti no te afectó en absoluto. 

A veces me dan ganas de estropear tu vida de ahora, porque creas o no sabes que puedo. Pero luego me doy cuenta de que estropearte tanto o más de lo que tú has hecho conmigo no cambiaría nada; porque no te recuperaría de la forma que yo quiero. Así que sólo me queda continuar con mi vida, no quiero olvidarte, sólo que dejes de dolerme.

viernes, 3 de enero de 2014

Lecciones de la vida.

Y al final lo entiendes. Entiendes que en la vida hay momentos para todo, temporadas en las que la suerte te sonríe y sólo quieres que eso no acabe nunca; otras en las que echas de menos ese algo, que reconoces que "podrías estar mejor". Creo que una vez que asumas esto será cuando te levantarás cada día pensando que tienes mil y una oportunidades de ser feliz, que puede darte muchísima envidia la vida del de al lado, pero que ya llegará tu momento. 

Que en las malas rachas también se aprende, que la base de todo es conocerse y valorarse uno mismo, que sin eso estás perdido. Que encontrarás mil piedras con las que tropezar en el camino, pero que lo importante es levantarse mil y una veces. Tener a alguien en quien puedas apoyarte, no rendirse jamás. Que desilusionarse no es tan malo, pero intenta que al caer la noche sólo tengas cosas que te arranquen una sonrisa; porque a la vez que te irán saliendo arrugas irás aprendiendo que todo lo malo pasa, que en la tristeza no merece la pena vivir más de cinco minutos. Que el pasado está ahí para demostrarnos cómo hemos ido evolucionando hasta llegar a convertirnos en quienes somos hoy, que cuando alguien te quiera de verdad no debes dejarlo escapar.

Olvida los juegos, las complicaciones; sé tú misma. Es mejor arrepentirse de cien mil errores que lamentar cien mil oportunidades perdidas.

Because you worth it.

Año Nuevo, vida nueva (o al menos eso dicen). No puedo mentir, preferiría mil veces no tener que hacer esto, pero así es la vida: las cosas vienen cuando vienen y no puedes evitarlo.

De repente te toca cambiar de actitud, de repente te das cuenta de que cómo estabas funcionando hasta ahora sólo servía para hacerte más daño a ti misma. Porque hoy me he dado cuenta de que cierta persona tenía mucha razón, que con cómo actúo sólo consigo hacerme más pequeña cada vez. Nunca pensé que esto fuese del todo cierto, pero ahora creo que estos primeros días del año es la oportunidad perfecta para empezar a quererme bien. Que tú eres única e irrepetible, que no puedes pretender que alguien te trate bien si no empiezas por valorarte tú. Que no hay que desesperar jamás, que llegará ese día en que te reirás de todas esas historias que en su momento te parecieron tan reales, que al final va a ser cierto eso de que la indiferencia es lo único que funciona.

De todo se aprende, y supongo que el 2013 me ha servido para ver que todos y cada uno valemos mucho, que a veces tenemos muy poca personalidad y dependemos de que alguien nos hable para sonreír cada mañana. (Que triste, ¿no?) Duele darse cuenta de que todo puede cambiar en un segundo, pero llegará el día en que alguien hará que sonrías, sin complicaciones; te lo prometo.