martes, 10 de diciembre de 2013

Que te vaya bonito.

Me gusta poder escribirte, dirigirme a ti como si algún día fueses a leer todo esto. Bueno, si te digo la verdad creo que no sería capaz de decir todo lo que digo si supiese que tú vas a leerlo. Me gusta el hecho de poder desahogarme, de escribirte todas aquellas cosas que se me quedaron por el camino. Creo que hay instantes en la vida en que deberían darnos la opción de darle al botón de Reset. No me gusta dejar cosas en el tintero, pero contigo o tuve otra opción; o mejor dicho, no me dejaste otra opción.

Me gustaría poder decirte que has conseguido volverme loca, me has convertido en alguien que cambia de estado de ánimo cada media hora. Yo antes no era así. No quiero seguir igual, y me gustaría volver a ese momento en que empezaste a cambiarme. Mi principal fallo fue no negarte nada, dicen que de buena a tonta hay un paso; ahora me doy cuenta. Me encantaría tener la capacidad de mostrar mi carácter, ese que sólo aparece una vez cada cuatro años, como el 29 de febrero. Me encantaría que no me hubieses conocido tanto, la sensación de que hay alguien tan lejos que sabe todo de mí hace que sienta algo extraño que nadie me había hecho sentir. 

Pasado este tiempo me atrevería a decir que lo que más me duele es que me mintieras, tú que presumías de que la verdad y tú ibais siempre de la mano. Porque sí, no nos engañemos; quizá he sido la última en enterarme, pero tú lo sabías todo desde el principio. ¿Para qué esa necesidad de hacerme quedar como una imbécil? Sólo espero que en algún instante de estos días te hayas parado a pensar. No quiero ser una ilusa, no quiero saber si te has acordado de mí, no creo que haya pasado muchas veces por tu cabeza. Pero no va conmigo desearte que te vaya mal, y me gustaría que, dado que lo nuestro fue como un huracán que arrasó en un visto y no visto, al menos hayas aprendido para la próxima. Porque alguien me dijo alguna vez que a las chicas hay que tratarnos como princesas, y puede que te rías pero una pequeña parte de ti sabe que es cierto. Así que amigo mío, sinceramente espero que la vida te enseñe a portarte como un caballero. Siento un vacío tremendo al pensar que habrá alguien que consiga arrancarte todas esas sonrisas que yo no pude, que alguien pasará a ser tu chica favorita, esa frase con la que me saludabas la mayor parte de los días, y que hacía que salir de la cama no costase tanto. Pero eso ya acabó, no te preocupes que lo he entendido hace ya mucho. Ahora sólo quiero que llegue el día en que realmente pueda decirte que ojalá la vida te trate bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario