lunes, 30 de diciembre de 2013

Haciendo balance.

En estos últimos días del año creo que no soy la única que se pone melancólica pensando en todo eso que nos ha pasado y que ya no va a volver, en cómo hemos cambiado y en quiénes nos hemos convertido.Tengo que reconocer que hace 365 días no me imaginaba ni por un segundo todo lo que me iba a pasar. El 2013 ha sido bastante sorprendente.

He aprendido que hay amistades que duran para siempre, mientras que otras sin embargo pasan por tu vida sin que casi te dés cuenta. He aprendido que jamás puedes juzgar a nadie, porque la gente te acaba sorprendiendo cuando menos te lo esperas. Que tienes que evitar que llegue ese momento en que vuelves a querer dar una buena primera impresión, que tienes que estar siempre preparada porque no sabes en qué momento va a llegar ese tren al que tienes que subirte sin dudarlo un segundo. También he aprendido que todo acaba saliendo al contrario de como te lo esperabas, que nunca apuestes por nadie para siempre, y que tienes que tener cuidado a la hora de abrirte desde cero con una persona. Que el destino no existe, y que cuando antes dejes de creer en las historias de películas, antes dejarás de sufrir esperando que empiece la tuya; que sólo se trata de disfrutar de la vida, porque cada minuto es único y lo peor que puedes hacer es lamentarte por aquello que no hiciste. Que al final siempre acabamos haciendo eso que nos sale sin pensar, que mirar los pros y contras de algo nunca da buen resultado, y que es mejor dejar los cálculos y cuentas para la gente de Ciencias; tú y yo no servimos para eso. Que es mejor decir siempre lo que piensas; porque lo peor que puedes hacer es quedarte con dudas y tener que interpretar una y mil veces una conversación, una mirada o un gesto. He aprendido también que no sirve de nada hacer planes a largo plazo, porque en algún momento llegará ese terremoto que arrasará con todo y te tocará volver a empezar. Que nunca es suficiente, que siempre puedes dar más de ti; sin embargo nunca pidas ser más feliz, ya que en conformarse con poco está la clave.

Sé que pido un imposible y que nada puede repetirse; así que sólo puedo mirar hacia atrás y sonreír por este 2013. No sé si tengo que dar las gracias a alguien o si me lo he buscado yo solita, pero desde luego ha sido estupendo. Ojalá todos los que vengan desde ahora sean así y consigan arrancarme tantas sonrisas como este.

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