martes, 19 de noviembre de 2013

Here we are.

Otra noche más, aquí estamos. Tú y yo, cada día más lejos. Hace no tanto este era mi momento preferido del día, aprovechábamos hasta que se nos cerraban los ojos, nos contábamos desde lo más insignificante hasta nuestros sueños para el año que viene. Cómo han cambiado las cosas, ¿no crees?

Ahora aquí me tienes; son las tantas, pero hoy no hablo contigo. Hace días, muchos ya, que desapareciste, y aunque cada vez te pienso menos, llega la noche y los recuerdos vuelven. Y de verdad que me sorprende acordarme de tantas cosas, habiéndonos visto tan poco y cuando ahora me doy cuenta de que realmente no te conocía tanto. Pero sí, me acuerdo de ti, y hay noches que todavía lloro. No me averguenzo, lloro de rabia, lloro por tu capacidad de volver a tu vida anterior sin mí y no echarme de menos. Lloro porque me duele pensar que jamás volveré a verte. No, no te creas que volvería contigo, cada vez me doy más cuenta de que nunca quisiste entregarte del todo, que únicamente te dejabas querer. Sólo lloro porque odio pensar que has sido tan importante para mí y que nunca volveré a saber de ti. Olvidémonos del destino, esas frases hechas son para aquellos que no quieren atreverse en el momento, para aquellos como tú.

No volveré a verte. Duele, como la verdad más dura de asumir. Lo repito a veces en alto para créermelo. No quiero mentir, aunque no vuelva a verte, a día de hoy no puedo decir que te deseo lo mejor. No puedo, ni quiero. Simplemente quiero que llegue la noche y tenga algo en que pensar, algo que me haga irme a la cama con una sonrisa de oreja a oreja. Sólo quiero poder llegar a desearte algún día que la vida te vaya bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario