domingo, 17 de noviembre de 2013

27.08.2013

Dime el por qué. Sólo quiero saber eso, creo que no te estoy pidiendo mucho.

Por qué decidiste escribirme hace ya tres meses, cuando solamente habíamos coincidido dos horas en un bar de una isla minúscula del Mediterráneo. Por qué quisiste conocerme, por qué me diste la oportunidad de conocerte. Por qué tuvimos ganas de arriesgarnos. Por qué te metiste en un avión y viniste hasta aquí. Por qué esos días fueron tan increíbles. Por qué estoy convencida de que jamás volverá a repetirse algo igual. Por qué te decías a ti mismo que lo nuestro estaba destinado a salir bien. Por qué me lo decías a mi, tanto que me lo acabé creyendo. Por qué poco a poco hiciste de tus problemas los míos, por qué me elegiste para confiar todo aquello que te hacía muy difícil volver a sonreír. Por qué conseguiste que me enganchase a ti, por qué no me frenaste cuando planeábamos un futuro juntos.

Si, son demasiadas preguntas, lo sé. Pero, ¿sabes qué es lo peor de todo? Que también sé que jamás tendré una respuesta. Quizá es mejor no saberlo, quizá así no me haces más daño. Porque creía que te conocía, pero está claro que me equivoqué. Porque me resulta difícil de entender que quisieses desaparecer justo cuando todo empezaba a ser de verdad. Porque me asombra esa cobardía, esa retirada tan inesperada, esas pocas ganas de arriesgarte.

Siempre me han dicho que el rencor es malo, y no quiero concederte el honor de ser el primero por el que sienta eso. No, quiero recordarte como lo que has acabado siendo, eso que a mí me daba tanto miedo y se ha acabado haciendo realidad: Has sido mi anécdota, esa historia que se quedará siempre ahí, con la incógnita de qué podría haber sido, con la pena de no saber quiénes habríamos llegado a ser juntos.  Quiero sonreír al recordarte, quiero darte las gracias. Gracias por darme a mí misma la oportunidad de querer. Volvería a hacer todo tal y como lo hice, no me arrepiento de nada. Y si, no funcionó, pero solo porque tú no quisiste. Y eso es lo único que me consuela, que eres mi anécdota, esa historia que nunca llegó a empezar, pero sólo porque tú no quisiste seguirme  queriendo. Y eso, amigo mío, no podrás olvidarlo nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario