sábado, 1 de febrero de 2014

Efecto retardado.

Porque hay temporadas en las que todo pasa muy deprisa, y casi no te da tiempo a reaccionar; llegas a casa y casi no te crees que hace un mes o dos estuvieses justo en el lado contrario. 

Porque cuando estabas acostumbrada a algo cuesta cambiar la mentalidad. Pero creo que a todos nos llega ese momento en el que las prioridades cambian. Que ya todo no es cuestión de la aventura, de una de cal y otra de arena; eso acaba cansando. Que de repente decides un día que mejor sola que mal acompañada. Y es justo ahí, en ese punto en el que optas por vivir sin estar pendiente de nadie en especial, cuando te llega. Y claro, tardas en reaccionar. Y empiezas a pensar en lo que te conviene o no, en si será mejor prevenir que curar, y todas esas cosas que se nos pasan por la cabeza cuando intentamos ser racionales. Y oye no, que no es cuestión de eso. No se trata de valorar haciendo una lista de pros y contras, pesando en una balanza lo bueno y lo malo. Sólo creo que debes dejarte llevar. Si ha llegado eso será porque ahora es lo que te conviene, no hay más. 

Adiós a las comparaciones con otras historias que ya acabaron, eso es pasado y te aseguro que lo mejor que puedes hacer es dejarlo donde está. Abre esa caja de los recuerdos de vez en cuando, ríete de todo lo que has cambiado, y agradece a esas personas todo lo que hicieron aprender. Pero ya, no le dés mas vueltas. Disfruta del presente, es lo mejor que puedes hacer. Saca  lo mejor de ti, esfuérzate por conservar a quién tienes al lado y que comience el espectáculo.

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