martes, 18 de febrero de 2014

Sorpresas te da la vida

Necesito decirte una cosa. Bueno, necesito decirte mil y una cosas, pero muchas de ellas ya las sabes. Tengo que reconocerlo; me has sorprendido. Creo que eres la persona con la que más me he equivocado, creía que te conocía y has resultado ser totalmente distinto a como yo te imaginaba, pero sí que es cierto que esta vez me has sorprendido "para bien". Nunca; repito, nunca imaginé que serías capaz de venir a verme. JAMÁS. Y sí, tengo que reconocer que casi muero cuando vi que la pantalla del teléfono se encendía y que eras tú, pensé que me daba un infarto al escuchar tu voz después de cuatro meses, pero no te veía capaz después de todo de cogerte un avión y venir, asi que olé por ti.

Creo que sabes que no espero ya nada, que todo acabó hace tanto que me parece una historia del siglo pasado. Que me gustaría tenerte tal y como creía que te tenía durante ese tiempo, pero que ahora que sé la verdad tengo demasiado asumido que nos montamos una película, pero no de las de Disney (¡Ojalá!). Que cuando alguien es capaz de decepcionarte tanto como lo has hecho tú ya sólo queda la indiferencia; total y absoluta. Que agradezco tus palabras, tu "interés" repentino en mi vida de ahora pero que cuando hablas no te reconozco. O quizá es simplemente que, durante el poco tiempo que estuvimos juntos, me creé una imagen de ti alejada a más no poder de la realidad. Sí, ya te dije ayer que en parte yo tengo culpa; por ser tan estúpida e inocente, por creerte sin dudar ni un segundo en lo que me contabas. No se puede ir así por la vida, ahora lo sé. 

Te dije ayer que creo que no quiero volver a saber más de ti; tú me dijiste que antes de verano sabía que volvería a verte. Fuiste el huracán que arrasó con esa calma que andaba buscando, y ahora no sé ni donde me encuentro. Fue el destino, quiero pensar eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario