miércoles, 30 de abril de 2014

Os echo de menos.

Te echo de menos. Os echo de menos. Nunca me había imaginado cómo sería cuando ya no estuvieseis, pero os aseguro que no había pensado en este vacío. Fuisteis mi vida durante mucho tiempo, más del que mucha gente ha tenido la suerte de disfrutaros. Ayer decía que es amor incondicional, y puede sonar cursi, pero es lo que siento. Me enseñasteis que la vida está para disfrutarla y para hacerla disfrutar a los demás, que sin la verdad y sin querer no se va a ningún sitio. De verdad os digo que no me imagino cómo podré seguir ya siempre sin vosotros. Si pudiese pedir un deseo, hoy sólo pediría pasar un día sola con los dos. ¿Os imagináis?

No sé dónde sería ese sitio, probablemente en esa casa tan enorme y de dónde tengo la mitad de los recuerdos de mi vida. Me levantaría y os encontraría ya en funcionamiento. Tú, abuelo, me sonreirías por encima de las gafas, dejarías el periódico aparte y me pedirías que te contase algo, que te hablase acerca de mis planes. Y sólo podría deciros que ahora estoy asustada, que nunca me acostumbré a los cambios, pero que este es distinto. A ti, abuela, sólo te diría que has sido el mejor ejemplo de alegría que tendré en la vida. Que tu marcha es todavía muy reciente, y que echo de menos planear qué fin de semana iba a ir a verte, o coger el teléfono y escucharte. 

Que sé muy bien que la vida sigue, y sé que vosotros querríais que todos continuásemos con lo nuestro. Pero lo siento, no me sale. Siento que una parte de mí se ha quedado en la semana pasada, que no tengo las mismas ganas. Que GRACIAS, porque me habéis enseñado más de lo que imagináis. Que me siento una chica con mucha suerte por haber tenido los mejores abuelos del mundo.


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